En la Málaga de comienzos de los años cincuenta la población ascendía a 276.000 habitantes (menos de la mitad de la actual). Gran parte de esas personas utilizaba el tranvía como medio de transporte. Entre otras cosas, porque aún no había autobuses públicos (los que existían eran explotados por empresas privadas), los taxis no estaban al alcance de todos los bolsillos y los vehículos privados eran en cierto modo un lujo.

Fue en 1953 cuando comenzaron a sustituirse los viejos tranvías, que tanto uso habían dado, por autobuses municipales. En ese año se compraron cinco de la marca Daimler. Se destinaron a la línea de El Palo. El billete costaba 1,5 pesetas en el trayecto desde el centro de la ciudad a Bellavista, dos pesetas hasta El Palo y tres si se sacaba uno de ida y vuelta. Para elegir a los conductores hubo que recurrir a un proceso de selección, ya que el número de profesionales del volante con el carné preceptivo era escaso. Los malagueños se fueron inclinando poco a poco por este medio de transporte en detrimento de los tranvías.

Las dos siguientes líneas municipales que se crearon fueron las que iban del Hospital Civil a la Malagueta y del pasillo de Santa Isabel a Carranque. Para ello, se adquirieron trece autobuses Daimler Freline. Al año siguiente, la flota del SMTU se amplió con catorce vehículos Leyland. En esos años, de forma coloquial, muchos malagueños cuando utilizaban el transporte urbano decían. «Voy a coger el camión».